Comer fruta en el almuerzo es crucial porque proporciona nutrientes esenciales para el desarrollo físico y cognitivo del alumnado.
Además, se promueven hábitos alimenticios saludables desde una edad temprana, fomenta la concentración en clase y mejora el rendimiento académico.
También se inculcan valores de bienestar y autocuidado, creando una cultura escolar que prioriza la salud y el bienestar integral de los niños.